18 de febrero de 2014

LOS GOBIERNOS DE VENEZUELA Y ARGENTINA SE ESFUERZAN EN BUSCAR CULPABLES PARA SUS AJUSTES ECONÓMICOS SALVAJES





INTERESANTE EDITORIAL DEL DIARIO ARGENTINO "RIO NEGRO"


18/02/2014


Venezuela :

Un régimen fallido



Cuando los especialistas en temas geopolíticos hablan de "Estados fallidos", suelen tener en mente países paupérrimos, de cultura premoderna y economía rudimentaria, como Somalia y Afganistán cuyos dirigentes no están en condiciones de garantizar un mínimo de paz interna.


Pero también hay países que, a pesar de contar con recursos cuantiosos y una clase media importante, corren peligro de sufrir el mismo destino debido a las deficiencias de sus líderes políticos.


De los países con vocación autodestructiva, el más llamativo es Venezuela.


Luego de trece años de irresponsabilidad sistemática bajo el Comandante Hugo Chávez y menos de uno con Nicolás Maduro como Presidente, la "República Bolivariana" está hundiéndose en el caos, lo que ha motivado protestas multitudinarias y la reacción brutal de matones oficialistas que no han vacilado en asesinar a manifestantes.


Huelga decir que el régimen cada vez más dictatorial de Maduro cuenta con el "firme respaldo" de nuestro Gobierno (de Argentina), además de los de otros integrantes de la "Familia Bolivariana", como Bolivia, Ecuador y Nicaragua, además de Cuba.


Según la Cancillería (Argentina), Maduro es blanco de "evidentes intentos de desestabilización" que, es razonable suponer, les parecen a Héctor Timerman y sus asesores de La Cámpora virtualmente idénticos a los que a su entender acaba de enfrentar la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner.


Es verdad que la evolución económica y política reciente de Venezuela y la Argentina tienen mucho en común.


En ambos países, gobiernos a un tiempo prepotentes y fabulosamente ineptos se las han arreglado para dilapidar la oportunidad acaso irrepetible que les fue brindada por una coyuntura internacional excepcional, sacrificando el futuro de millones de familias en aras de una "revolución" o, si se prefiere, un "relato".


En los dos casos, los líderes de un Gobierno democráticamente elegido se han apropiado de una proporción mayúscula de la riqueza disponible so pretexto de querer redistribuirla en beneficio de los pobres para entonces usarla para construir poder a base de redes clientelares.


En términos políticos, el esquema funcionó muy bien mientras hubo dinero suficiente, pero en cuanto comenzó a escasear, los problemas se multiplicaron.


Como el Gobierno de Cristina, el de Maduro está procurando aplicar un ajuste severo pero quiere que sus adversarios paguen todos los costos políticos.


De ahí las denuncias delirantes y los ataques violentos contra empresarios y opositores.


¿ Es lo que nos aguarda en la Argentina ?.


A juzgar por la retórica furibunda de Cristina y el accionar de (sus) grupos de choque como Quebracho, podríamos estar por ver repetirse aquí escenas como las que día tras día se repiten en Caracas y otras ciudades Venezolanas.


Cuando regímenes que prometen bienestar para todos salvo los enemigos ya han despilfarrado todo el dinero a su alcance, tratan de conservar el apoyo de sus simpatizantes movilizándolos en contra de todos aquellos que se animen a disentir, asegurándoles que es posible derrotar la miseria por medios violentos.


Puede que tal estrategia resulte exitosa en Venezuela, un país petrolero en que la mayoría se ha habituado a depender de la "generosidad" del régimen de turno, pero, por fortuna, la Argentina aún dista de haberse degradado tanto.


Con todo, lo mismo que en nuestro país, los líderes opositores –de los que el más destacado es el centrista Henrique Capriles– quieren que el Gobierno responsable del desaguisado económico y social se encargue del ajuste que hizo necesario, razón por la que no les interesa la idea de un golpe civil o de mercado que ponga fin a la gestión desastrosa de Maduro.


Así, pues, tanto en Venezuela como en la Argentina el oficialismo reza para que por fin irrumpan algunos golpistas auténticos cuya presencia le permitiría asumir un papel más digno que el que, por culpa exclusivamente propia, está desempeñando en la actualidad.


Pero la oposición, consciente de lo que está en juego, se niega a caer en la trampa.


Dadas las circunstancias, la actitud asumida por tales políticos puede considerarse sensata, si bien, en Venezuela por lo menos, para la mayoría pobre los costos de la voluntad de los hartos del grotesco "Socialismo del Siglo XXI" de respetar, pase lo que pasare, las reglas constitucionales de su país serán con toda seguridad enormes.


(Fuente : http://www.rionegro.com.ar/diario/un-regimen-fallido-1603528-62202-editorial.aspx)

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