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20 de octubre de 2013

CHILE : CHOMALI, EL ARZOBISPO INGENIERO Y ARTISTA





20/10/2013







Chile :

El inquieto Obispo Chomalí



El Arzobispo de Concepción escribió hace años una obra de teatro que reestrenó el mes pasado, Un hombre por catálogo.


Para el sacerdote, esta es otra manera de evangelizar, tras dedicarse por años al estudio de la bioética, por lo cual es asesor del Vaticano.


Pero también es una forma de dar curso a sus inquietudes artísticas, pues desde que llegó en 2011 a Concepción realizó una exposición fotográfica y también pinta.


Por  Ignacio Bazán, desde Concepción
 


La obra de teatro termina y ocurre lo que suele suceder con las presentaciones que dejan conforme al público: aunque la exhibición no fue a tablero vuelto, en la sala de la Universidad Católica de la Santísima Concepción se escucha un aplauso cerrado por parte de la centena de asistentes.

Mientras los cinco actores hacen una venia, Fernando Chomalí (56), Arzobispo de Concepción, se para de su asiento y se instala a la salida del auditorio.

El sacerdote, asumiendo su papel de anfitrión, estrecha manos, recibe felicitaciones, palmadas en el hombro.

'Un hombre por Catálogo', la obra que acaba de terminar en el escenario, es suya: un cuento -su primer y único relato corto- que escribió hace 10 años y que se adaptó al teatro.

Por eso, un par de horas antes, en su casa de Arzobispo de Concepción, Chomalí sonreía y decía con cierto divertimento: “Es una patudez de un porte de un buque que escriba un texto y que termine siendo una obra de teatro”.

Este Martes 8 de Octubre, el sacerdote está contento con la idea de que su obra de teatro ocupe un escenario por tercera vez. En el inquieto mundo cultural de Fernando Chomalí, la historia de esta obra ya cumplió los 10 años.

Y parte así :

Mientras él ejercía como profesor en la Facultad de Teología en la UC, una joven le contó que había encontrado documentos en su casa que revelaban que ella era producto de fecundación in vitro.

En la misma reunión, la muchacha le contó de las dudas que esta información le había despertado, de cómo le había removido las bases de su vida.

Chomalí también se sintió conmovido. Y, a los pocos días, se levantó de madrugada y escribió un cuento basado en la historia de la joven.

El tema de las fertilizaciones asistidas había sido por años materia de estudio por parte del sacerdote. Pero lo había tratado desde la vereda de la filosofía y la ética.

Tras graduarse de Ingeniería Civil en la UC en 1981, Chomalí ejerció por dos años e ingresó al Seminario Pontificio Mayor, a los 26 años.

Una vez ordenado sacerdote, le agregó a su formación en teología moral en Roma un Máster en Bioética.

De ahí en adelante se convirtió en uno de los referentes en la materia en la Iglesia local, como asesor de la Conferencia Episcopal, y desde 2001 para el Vaticano, al ser nombrado miembro de la Pontificia Academia para la Vida.

Para cuando escuchó la historia de la joven, él había escrito y publicado bastante sobre estos temas. Pero esos textos eran de corte académico.

El cuento era un género ajeno a su quehacer. Por eso, al terminarlo, se lo mostró a una profesora de filosofía de la UC (Universidad Católica). Ella le recomendó transformar el texto en obra de teatro.

'Un hombre por Catálogo' se estrenó por primera vez en la misma UC, en 2003.

En 2009 volvió a subir a un escenario, esta vez en el Duoc.

Al igual que en este reestreno de 2013 -a cargo de la compañía independiente Escarabajo-, sus exhibiciones no son con un objetivo comercial ni aspira a estar en cartelera como tal, sino que se realizan funciones especiales: estudiantes, jóvenes, profesores, etc.

“Cada presentación de la obra ha sido distinta y ha ido, creo yo, mejorando a través de los años. Es un buen método de evangelizar”.

Un hombre por catálogo trata sobre un adolescente rubio, hijo de padres morenos de una familia acomodada, que para su cumpleaños número 18 pregunta sobre sus orígenes.

A través de sus padres descubre que es fruto de la fecundación in vitro, lo que lo termina estremeciendo.

El adolescente decide investigar su origen y da con una clínica en Inglaterra de embriones cuidadosamente seleccionados entre los alumnos más brillantes de las mejores universidades Europeas.

El camino está lleno de dolor e incertidumbre, pero el adolescente finalmente termina en paz con sus padres después de dar con el padre biológico, un noruego que había vendido sus espermas a una clínica Londinense casi 20 años antes.

"Lo que quise transmitir es que es muy difícil reconciliarse con uno mismo si uno no se reconcilia con su verdad" -explica Chomalí-.

"La ciencia ha tenido logros extraordinarios, pero tiene un límite que se ha sobrepasado, generando mucho dolor".

"Las leyes en relación con la fecundación in vitro se han hecho pensando en las necesidades de los adultos, pero no piensan en las personas que vayan a surgir de esa técnica".

"Todo el mundo sabe que hay embriones que se pierden, embriones congelados en diferentes partes del mundo, y eso es lo que busco cuestionar".

"La obra no avala estas técnicas, pero reconoce y respeta a la persona que ha nacido fruto de ellas. Pero mi idea es reflejar una realidad, mostrar una historia, y que el público saque sus conclusiones".

"Para este Obispo, el escenario es visto como otra plataforma en su tarea pastoral:

“Si bien el objetivo es evangelizar, yo entiendo que una sala de teatro no es un púlpito, ni tampoco es una sala de clases. Aportar al debate es lo que me da alegría”.


Otros Hobbies del Arzobispo


El día de la presentación de su obra, Fernando Chomalí recibe a representantes de la Fundación Integra.

Justo le han comunicado que un grupo de parvularias ha decidido empezar una huelga de hambre.

En su estilo acelerado al hablar, donde las palabras a veces se montan una sobre otra o responde antes de que se termine la pregunta, Chomalí cuenta que desde que fue designado Arzobispo de Concepción en Mayo de 2011, en reemplazo de Ricardo Ezzati, le ha tocado conocer realidades más duras en forma directa.

Ha tenido que intervenir en conflictos laborales -como en este de Integra-, mediar en conflictos con comunidades Mapuches, así como recorrer las zonas más pobres de la región.

“Estos dos años en Concepción me han marcado mucho. He conocido el mundo de la pobreza, de la discriminación, de manera muy patente, algo de lo que estaba un poco alejado como académico e investigador en Santiago”, explica.

Pero Concepción también le ha dado tiempo para desarrollar actividades vinculadas al arte, inquietud que había postergado hacía años.

La mayoría de los cuadros colgados en las blancas paredes de la casa del Arzobispado fueron pintados por él.

En el living, la pintura principal replica los cuadrados de colores del Holandés Mondrian, pero Chomalí dice haberlo pintado sin estar consciente de su influencia.

A diferencia de la obra del pintor vanguardista, el Arzobispo rellena los cuadrados blancos con cortas frases religiosas: “Dios es Amor” o “Sólo Dios basta”.

El resto de los cuadros de Chomalí se compone de obras posmodernas, bastante alejadas de los retratos clásicos de madonas y escenas pastorales que uno suele encontrar en las casas sacerdotales.

Por ejemplo, en una pared cuelga una pintura de fondo blanco con trazos de vívidos colores en su parte inferior a la que bautizó como “verano”. En la pared de enfrente, las líneas son grises y negras. Al cuadro lo llamó “invierno”.

Según Chomalí, su sentido estético lo heredó de su padre, quien era un coleccionista de obras de arte. “Viví visitando anticuarios con mi papá, conocí a muchos coleccionistas. Ese era mi medio”.

En la pintura, como en la dramaturgia, es autodidacta y, hasta ahora, sus momentos para pintar son las noches, antes de irse a dormir.

A su gusto por pintar, en Concepción le sumó el hobby de la fotografía.

A los pocos meses de llegar a Concepción, se compró una cámara y comenzó a tomar fotos de paisajes de la Región del Biobío.

Y en Agosto del año pasado, inauguró una exposición fotográfica propia en la cárcel penquista El Manzano. Chomalí se entusiasma.

El 12 de Noviembre, en el centro de extensión de Universidad de la Santísima Concepción, montará una nueva exposición, centrada en las placas de agradecimiento a santos locales. Chomalí muestra las fotos y lee en voz alta los mensajes de esas placas:

“Gracias, San Sebastián, por hacerme abogado”; “Muchas gracias por todos mis deseos cumplidos”; “Comerciantes de módulos completeros y confiteros de Chile agradecemos a San Sebastián por todos los favores recibidos y te confirmamos nuestra fe y pedimos tu protección”.

-Esto es una maravilla- dice el Arzobispo-. Esta es la fe de Chile, una ternura total que yo quiero mostrar.

Luego habla de su único proyecto artístico que no fructificó.

Cuando llegó a la capital de la VIII Región, pensando que la vida iba a ser más tranquila que en Santiago, se inscribió en el Conservatorio de Música para estudiar guitarra clásica, instrumento que toca de niño.

“Duré un año. Cuando uno está en el conservatorio debe practicar dos horas diarias, y a mí no me alcanzaban los tiempos ni para ir a clases”.

Al tener que priorizar, la dramaturgia toma el primer lugar: actualmente escribe su segunda obra de teatro. Esta espera estrenarla el próximo año con el mismo grupo Escarabajo con que hace Un hombre por catálogo.

Entusiasmado, explica parte de la trama:

“Es sobre el fin de la vida humana, la historia de un súper ejecutivo que a los 55 años de edad le descubren un cáncer fulminante, lo que lo hace cuestionarse toda su vida: espiritual, familiar, laboral. Estamos anestesiados por el éxito y por la plata. Esta obra refleja eso."


"La incapacidad de gozar el presente hasta que nos toca una experiencia dura como es enfermarse, enfrentar la muerte. Una realidad que hoy en día maquillamos: los cementerios quieren parecer parques, las clínicas quieren parecer hoteles, a los difuntos se les viste y maquilla".


-¿ Ha encontrado en el teatro un vehículo más persuasivo para entregar su mensaje ?

-Sí, de todas maneras, es un gran instrumento para evangelizar, que es lo que me mueve.

El arte en general tiene dos cosas que la clase formal no tiene. Lo primero es que se hace en primera persona. Es muy distinto hablar de la fecundación in vitro desde el adulto a hablar desde la perspectiva de un hijo que es in vitro, que se cuestiona sobre su procedencia.

Tienes una dimensión de drama que suscita una respuesta. La otra diferencia está en el público. Una sala de clases generalmente es homogénea. A la obra van desde escolares a adultos y gente mayor.

Con el auditorio vacío y Chomalí dirigiéndose a una comida, Jorge Briano, Director de la obra, habla sobre su trabajo con el Arzobispo.

Él, que dirige a Escarabajo, una compañía independiente que no tiene mayor relación con la Iglesia, dice que Chomalí llegó un día a los ensayos y que manifestó varios reparos a la puesta en escena.

“Hicimos que el doctor de la clínica Londinense se suicidara y saltara papel rojo simbolizando su sangre, algo más lúdico. A él no le gustó. Pero conversando nos encontramos a mitad de camino. Creo que ambas partes nos sentimos cómodas con lo que se ve en el escenario”.

Pese a las diferencias, Chomalí pretende entregarle su nueva obra también a Briano. Está apurado, dice que el tiempo es poco entre sus proyectos sociales, como el inicio de un pre-universitario en Lota, terminar de construir una residencia para universitarios de Arauco y la construcción de una lavandería para que trabajen personas con síndrome de Down.

Por eso, Chomalí ahora escribe arriba de la micro, en los tiempos de espera antes de una reunión o en su teléfono celular.

También lo hizo en los aeropuertos y los aviones, cuando el mes pasado le tocó ir a Estados Unidos y Europa a dictar unas conferencias sobre su tema, la bioética.

Chomalí es consciente de que está en una posición ventajosa, en el sentido de que hay un público que se interesa en sus fotos o en su dramaturgia, por su investidura. El mismo lo admite. “Pero -dice- antes de ser Arzobispo, soy un ser humano. Es natural que me guste crear”.


(Fuente : diario.latercera.com)

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